Jamás la realidad lo superó.
Nunca un instante copió mis pensamientos.
Mis pasos no dejan rastro:
son pisadas en el asfalto
que se levanta, se cuartea… más piche tras mis huellas.
Esta realidad, sin embargo, se parece mucho a una ilusión.
A la casita en el bosque al final del sendero ‘not taken’.
En mi bosque hay muchos árboles: pitangueros, naranjeros, granados, olivos…
El granado no da frutos
pero crece ligero…
Suele haber más gatos y pájaros que seres humanos,
porque la amistad también es un reflejo de mis pensamientos.
Yo no puedo parar.
Empato curvas, lajas y palmeras.
De vez en cuando, los viernes por la tarde,
de 16 a 17,
todo se detiene
en aquel lento instante en el que mis ojos
se reflejan en las olas del mar,
esperando otra brizna de aire salado,
logrando atravesar el horizonte, el firmamento,
mi ansiedad, tu locura y los límites de la universalidad.
Y en ese instante
todo es perfecto.
K