Llueve
y el aire se tiñe de tierra.
Todo brota:
el azahar, el orégano, la albahaca...
Llega la fuerza al campo
y el frío a los huesos.
Lluve
y voy descalza por la casa
para que mis pies respiren vitaminas
y almaceno gotas para hacer abono,
tapo casitas para que nadie se moje
e inevitablemente levanto los ojos para mirar a mi alrededor.
Me inundo en los charcos,
planeo andanzas, laberintos y palabras bonitas,
me quedo parada, sintiendo
hasta que los pájaros comiencen a piar.
Se apaga la lluvia
y este domingo por la mañana se convierte en jueves,
tecleo y sumo y resto y vuelvo a repasar
para que todo esté perfecto,
mientras escucho de fondo como vuelven a sonar
las teclas de esta mañana de enero.
K
Pd. Que ya lo decía el sabio: Quien que te quiere, lo que quiere es verte bien.