La sensibilidad de la rosa,

el tacto de la seda,

la brisa en una noche de verano,

la sal del mar contra mi cuerpo.

La canción en bucle de siempre.

Las sábanas limpias.

Tú, antes del castillo de arena.

La lágrima que se queda, 

tu mirada el primer día de tu vida

que fue el primer día de la mía.

Los pies fríos, contra mi cuerpo caliente.

Con el peso de mis pérdidas

y la eterna sensación de soledad.

Así llega este abril...

como un torrente de ausencias

que empiezan y acaban en mí.

K


El baile de la Crásula Perfumada

Lo que me gusta ver bailar

a las plantas de puntillas.

Cómo se esconden en la tierra y van creciendo en silencio, de lado.

Desmembrarse y sembrarse,

completar el círculo de la tierra.

Embarrarse en su propio nido

y conquistar el espacio volando

de maceta en maceta.

K


Tus teclas

Llueve

y el aire se tiñe de tierra.

Todo brota:

el azahar, el orégano, la albahaca...

Llega la fuerza al campo

y el frío a los huesos.


Lluve

y voy descalza por la casa

para que mis pies respiren vitaminas

y almaceno gotas para hacer abono,

tapo casitas para que nadie se moje

e inevitablemente levanto los ojos para mirar a mi alrededor.


Me inundo en los charcos,

planeo andanzas, laberintos y palabras bonitas,

me quedo parada, sintiendo

hasta que los pájaros comiencen a piar.


Se apaga la lluvia 

y este domingo por la mañana se convierte en jueves,

tecleo y sumo y resto y vuelvo a repasar

para que todo esté perfecto,

mientras escucho de fondo cÓmo vuelven a sonar

las teclas de esta mañana de enero.

K


Pd. Que ya lo decía el sabio: Quien bien te quiere, lo que quiere es verte bien.