Hablar por hablar

 Las quejas de los seres humanos

nunca me quedó claro si son reales,

hipócritas,

de bien quedadores

o de figurantes.


No comprendo el malestar humano

sin acción.


La inacción de los quejicas

se queda en agua de borrajas,

como el que mea y no echa gota,

como la verborrea del tibio

o la esquizofrenia del cuerdo.


¡Cállese!

Hablar por hablar nunca nos llevó a nada.


K

 La rama seca del árbol

que dio demasiado fruto

se cae sin más

A su lado, hojas nuevas, brillantes y fuertes se elevan.

¿Cuál es el precio de la calma?

¿Dónde hay que esperar, dónde hay que dar

cuando las mentiras se perciben desde lejos?

Bastó llevar el cántaro de agua a la fuente

para volver a reconocer

la energía buena del campo

la sonrisa de la familia

las carcajadas que nacen desde la razón de ser de los cuerpos

que penetran en la calma de noche

como si fuera un nuevo día

o nadie

o todo. 


K

Conversaciones con sentido

Una conversación con

amigos de toda la vida.


Vale para darse cuenta

de que una frase del tipo 'tío es que ahora está flaca y rubia 

(flaca, flaca, flaca, unas diez veces)

y yo le hubiera hecho un favor si hubiera estado así con 15 años'...

era el run run de mi adolescencia,

en la que una se tragaba todo lo que escuchaba

'casi' sin protestar.


Hoy estas palabras brillan como purpurina.


El sonido de las voces de esos hombres

que, por fortuna, casi no ves.

Esas voces que no están ya en tu cotidianidad

se parecen mucho a aquella imagen en el espejo:

cuando una se miraba

y no reconocía el cuerpo que tenía,

en los ojos que se reflejaban.


O a esas palabras que refuerzan menos tus cualidades

y tu valía

que tu aspecto físico.


O esas que ponen por delante la cara

y por detrás te tiran piedras en el camino

para que te caigas. 


Pero yo no me caigo

y si me caigo, me levanto.


K

Hablar por hablar